domingo, 4 de octubre de 2015

Maratones de baile.

Hoy en día, muchas de las personas que no somos aficionadas a ciertos programas de televisión nos preguntamos cómo puede haber ciertas personas que se humillen y que pierdan su dignidad por un poco de dinero. Pues ni siquiera eso lo hemos inventado nosotros, porque mucha gente tiene un precio desde hace mucho tiempo. Y un ejemplo podrían ser los maratones de baile, que alguna vez hemos visto reflejados en el cine o la televisión, y en los que se juntaban dos factores: unos participantes dispuestos a todo por dinero y unos empresarios sin escrúpulos.
El primer maratón de baile del que se tiene noticias, se celebró en 1923 en Inglaterra y duró 9 horas, una nimiedad en comparación a la evolución que seguirían estas competiciones. Durante los años 30, los maratones se convirtieron en un gran negocio, ya que era la época de la gran depresión, en la que había poco dinero, poco trabajo y mucho tiempo libre. Así que con este panorama, mucha gente se animó a participar, ya que, si ganaban, obtendrían un premio en metálico, comida gratis durante cierto tiempo y una fama inminente, aunque efímera.
Las normas de la competición eran muy claras: ganaba el concurso la última pareja que quedara en pie, debiendo estar en movimiento 45 minutos de cada hora, permitiéndoles un descanso de 15 minutos para descansar, ir al baño, recibir primeros auxilios... cualquier cosa menos dormir. En los primeros compases del maratón las parejas se esmeraban mucho con sus pasos de baile, pero llegaba un momento, lógicamente, en el que sólo podían mover los pies.
Los maratones se hacían con público, que pagaba religiosamente su entrada e incluso hacían apuestas, por lo que se movía bastante dinero en este circuito. Las personas encargadas de vigilar el concurso eran los llamados jueces de piso, que también eran los encargados de animar el ambiente cuando éste decaía, así que le prometían al público que para el día siguiente verían luchas en el barro con los participantes, bodas, eliminatorias, etc. Eran personas que se comportaban con mucha crueldad con los concursantes sólo para dar espectáculo: algunas veces obligaban a los participantes a retarse en carreras de diez minutos alrededor de la pista, eliminando a las tres últimas parejas; torturaban a los participantes más débiles acelerando el ritmo de la música o les golpeaban con toallas húmedas en sus piernas entumecidas.
Muchas personas salían de allí con lesiones físicas que podían ir desde ampollas en los pies, hasta algún tobillo roto. Pero el caso más extremo se dio en el año 1932, cuando un joven murió tras llevar 48 horas bailando. Por otra parte, alguno de sus participantes más célebres se hizo profesional, como es el caso de Stan West, del que se dice que llegó a bailar 2.000 horas en 1933.
Parece ser que el maratón más largo tuvo lugar en Pittsburgh en 1930, ya que duró 30 semanas y se caracterizó porque se fue reduciendo de manera progresiva el tiempo de descanso de los participantes: empezaron siendo 20 minutos, después 10, después 5, hasta que finalmente bailaron sin descanso alguno. Los ganadores se llevaron un premio de 2.000 dólares.
Debido a su crueldad y a ser unos certámenes que, al fin y al cabo, lo único que hacían era aprovecharse de las necesidades de la época, los maratones de baile fueron prohibidos en el año 1933, aunque continuaron de manera clandestina hasta el final de la década de los 40. En uno de estos maratones clandestinos celebrado en Roseland, la policía de Nueva York entró a hacer una redada y los organizadores trasladaron a los participantes, lo cuales no dejaban de bailar, a una furgoneta que los llevó a una barcaza para salir por vía marítima de la jurisdicción de la policía. Este maratón se tuvo que suspender, ya que todos los participantes acabaron mareados.
En 1969 se estrenó la película "Danzad, danzad,malditos" protagonizada por Jane Fonda y que refleja muy bien lo que fueron estos concursos, más deshumanizados que entretenidos.

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