martes, 6 de octubre de 2015

La causa contra el hombre lobo

Así se llamó al juicio que tuvo lugar en Orense a mediados del siglo XIX contra Manuel Blanco Romasanta, acusado de haber dado muerte a, al menos, nueve personas. La verdad es que yo no conocía a este personaje, me habló de él mi amigo Gonzalo, al que le doy las gracias desde aquí, diciéndome que Romasanta era la única persona en España que había sido juzgada por licantropía, lo que es cierto, pero una licantropía clínica, es decir, podría haber sufrido alucinaciones que le hicieran creer que se convertía en lobo. Sea como fuere, Romasanta tiene un lugar privilegiado en la crónica negra española, no sólo por su posible licantropía, sino también por dar origen a mitos que siguen vigentes hoy en día, como el del hombre del saco.
Manuel Blanco Romasanta nació en 1809 en Regueiro (Orense), aunque en su partida de nacimiento ponía Manuela y no es hasta 8 años más tarde cuando aparece como Manuel en un registro parroquial. Esto parece ser que se debe a que Romasanta sufría un pseudohermafroditismo, es decir, que habiendo nacido mujer segregó muchas hormonas masculinas, sufriendo un proceso de masculinización en el que desarrolló algunas características de varón. Este tipo de trastorno hormonal genera unos episodios muy acusados de agresividad, lo que podría explicar sus posteriores crímenes. Por lo demás, no tenía ningún tipo de problema físico, solamente la peculiaridad de medir 137 centímetros.
Trabajó como sastre en su pueblo y, a los 21 años, se casó con Francisca Gómez Vázquez, quien murió tres años después, pero sin que Romasanta tuviera nada que ver con su muerte. Tras la muerte de su esposa deja su oficio de sastre y se dedica a la venta ambulante, recorriendo toda Galicia. Se hizo popular por vender un ungüento del que decían estaba hecho con grasa humana, algo que se tendría en consideración unos años después por las autoridades.
En 1843 es acusado de matar a un alguacil de Ponferrada (León), que iba a embargarle por una deuda de 600 reales que había adquirido con un comerciante de la localidad leonesa. Ya antes había sido sospechoso de matar en Castilla al criado de un prior y a un vendedor. Romasanta se declara en rebeldía y huye, escondiéndose en un pueblo abandonado, dónde convive varios meses con el ganado, trasladándose finalmente al pueblo de Rebordechau, lugar en el que comienzan sus asesinatos, que cometía en los bosques de Redondela y Argostios.
En Rebordechau trabaja como jornalero, aunque viaja frecuentemente a Portugal, ya que también se dedica al contrabando. En 1845 inicia una relación con Manuela García Blanco, una madre soltera, 18 años mayor que él. Manuela se ausenta unos días para vender una casa y ayudar de esta manera económicamente a Romasanta, y éste aprovecha el viaje para matar a su hija Petra. Cuando Manuela vuelve a casa, Romasanta le dice que ha enviado a Petra a trabajar a casa de un cura en Santander y Manuela le pide irse con su hija, a lo que Romasanta accede y, de camino, evidentemente, también la mata a ella.
Las nueve muertes de las que, oficialmente, se acusa a Romasanta, se producen de la misma manera: Romasanta les promete un trabajo en Santander para que prosperen económicamente y en un bosque cercano al pueblo les mata; siendo siempre sus víctimas mujeres y niños. Romasanta mantiene engañadas a las familias, sobre todo, diciéndoles que regularmente escriben cartas diciendo que están bien. A algunos les empieza a extrañar que sólo Romasanta reciba cartas y no las familias y los demás amigos. Pero las sospechas se hacen mayores cuando sorprenden a Romasanta, en más de una ocasión, vendiendo las pertenencias de sus víctimas, por lo que se empezó a correr la voz de que Romasanta era un "sacamantecas".
Angustiado por los rumores, Romasanta huye a Castilla y es detenido en Toledo en 1852, una vez que se comprueba que ninguno de los vecinos desaparecidos de Rebordechau se encuentra en Santander. Es trasladado a Verín dónde comienza la "causa contra el hombre lobo" que dura cerca de un año,
En un principio Romasanta negó incluso su propia identidad, alegando a las autoridades que el pasaporte que portaba se lo había encontrado en un camino. Después negó los asesinatos, pero finalmente afirmó ser víctima de un maleficio que le convertía en lobo y que había matado a 13 personas usando sus manos y sus dientes, para posteriormente comérselas. Finalmente dijo que no era víctima de ninguna maldición, sino de una enfermedad y que recordaba cada uno de sus crímenes. Los cambios de versiones de Romasanta posiblemente se deban a que él intentó ser declarado loco para que le llevasen al manicomio en vez de a la cárcel. Pero el tribunal que lo juzgó llegó a la conclusión de que, ni estaba loco, ni era un débil mental, sino culpable de matar a sus víctimas para, posteriormente vender su grasa; así que fue condenado a morir en el garrote vil, aunque la reina Isabel II intercedió por él y se le permutó la pena capital por una cadena perpetua, ya que tampoco había pruebas concluyentes, únicamente la confesión de Romasanta, pero no se encontró ningún cadáver.
En el año 1863, Romasanta murió en la cárcel de Ceuta por un cáncer de estómago, aunque hay quien dice que Romasanta en realidad escapó de la cárcel y que todas las noches vaga por los bosques buscando nuevas presas...

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