A lo largo del tiempo, el hombre siempre se ha servido de animales en conflictos bélicos, evidentemente los caballos desde la Antigüedad, pero también se han usado palomas, dromedarios, burros, elefantes, etc. En la Primera Guerra Mundial se empezaron a utilizar perros también, el ejército francés fue el primero que hizo uso de ellos, unos 20.000; mientras que Alemania usó alrededor de 30.000 canes.
Las funciones de estos animales eran muy diversas: había perros sanitarios, que llevaban medicinas a las trincheras o que trasportaban heridos; había perros guardianes, que sustituían a los vigías durante la noche y avisaban de cualquier ataque enemigo; pero quizá los que tuvieron mayor relevancia fueron los perros mensajeros, usados cuando fallaban las líneas telefónicas, por lo que lograron mantener sin interrupción las líneas de comunicación del ejército.
En principio, la raza era indiferente, sólo se buscaban perros con buen oído, buen olfato y con un gran sentido del deber. Se empezaron usando razas puras, pero pronto se acudió también a los mestizos. De hecho, llegó un punto en el que era tan necesaria la ayuda canina que se hicieron llamamientos a la población y a las protectoras de animales para que cediesen sus perros al ejército. Evidentemente era una época de mucha escasez en Europa, los amos de los perros apenas podían alimentarse a sí mismos y a sus familias, por lo que la mayoría de los animales malvivían, así que los que acaban en el ejército, al menos se aseguraban comidas nutritivas, ya que estaban muy bien alimentados para que fueran eficientes en el cumplimiento de sus misiones.
Los perros reclutados se sometían a entrenamientos diarios y bastante duros. Por ejemplo, a una de las cosas a las que se tenían que acostumbrar era al sonido del campo de batalla, por lo que siempre había explosiones reales mientras entrenaban. Por otro lado, se les intentaba proteger bastante, ya que su labor era esencial, por lo que no era raro ver a perros con máscaras antigas para protegerse de las armas químicas que ya estaban empezando a usarse.
Así que estos perros cumplieron con una gran lealtad, como la que demostró un setter inglés en la batalla de Marné, que vio como su amo y otros soldados quedaron atrapados bajo unos escombros tras una explosión e intentó liberarlos. Al ver que no podía, alertó con sus ladridos a otros soldados que sí pudieron rescatarlos.
Quizá el caso más célebre sea el de Satán, no sabemos si su comportamiento antes de la guerra era digno del mismo diablo, pero lo que sí es cierto es que logró salvar muchas vidas del ejército francés durante la batalla de Verdún, una de las más largas y cruentas de la Primera Guerra Mundial. Un destacamento francés estaba rodeado por el ejército alemán y se les estaban acabando las municiones, por lo que cundió la desesperación entre los soldados. Y en esto llegó Satán, cargado con dos alforjas y un mensaje, con la intención de cruzar las líneas alemanas para conseguir llegar hasta los franceses. En su periplo fue herido en una pata, pero para sorpresa de todos, se levantó y cojeando consiguió alcanzar su objetivo. El mensaje que portaba Satán decía: "¡Por amor de Dios, aguantad! Mañana enviaremos refuerzos"; y en las alforjas había dos palomas mensajeras, para que los soldados franceses anotaran su posición exacta y las palomas la hicieran llegar a sus compatriotas. Una de las palomas fue abatida, pero la otra logró entregar el mensaje. Los soldados franceses aguantaron la presión alemana durante esa noche y al día siguiente fueron liberados.
Al terminar la guerra, varios perros fueron condecorados por labor y su valor y, en Inglaterra por ejemplo, hay monumentos erigidos en honor a los animales que, sin tener opción de elegir su destino, les ayudaron en la batalla.
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