viernes, 7 de julio de 2017

María Lejárraga


Se dice que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, pero en ocasiones encontramos a grandes mujeres detrás de hombres no demasiado grandes. Este es el caso de María Lejárraga, que vivió parte de su vida a la sombra de su marido, Gregorio Martínez Sierra, que alcanzó fama y reconocimiento internacional por unas obras literarias que no escribió él, sino su esposa.
María de la O Lejárraga nació en 1874 en San Millán de la Cogolla (La Rioja), aunque se crió en el pueblo de Carabanchel (Madrid). Pertenecía a una familia acomodada, así que tuvo acceso a una buena educación, estudiando magisterio y ejerciendo como maestra más tarde. Siempre estuvo muy interesada por la escritura y también fue muy activa en la política, siendo uno de los máximos baluartes del movimiento feminista español.
En 1897 conoce a Gregorio Martínez Sierra, un joven aspirante a autor teatral seis años más joven que ella. En 1899, María publica su primera obra: "Cuentos breves, lecturas recreativas para niños" y, según cuenta en su autobiografía, todos los miembros de su familia, al ser tan instruidos y estar tan acostumbrados a leer y escribir, reaccionaron con total indiferencia a la publicación de dicho libro. Lejárraga se enfadó tanto con ellos que les juró que jamás verían su nombre en la cubierta de un libro. Esta anécdota, aunque la narra la propia escritora, parece ser que es una justificación poco realista a la explotación que sufrió por parte de su marido, al que estuvo muchos años atada por amor.
Mientras Lejárraga escribía, la fama de Martínez Sierra iba aumentando, siendo considerado uno de los padres del Modernismo en España. Lo único positivo para Lejárraga de esta explotación, es que ella consiguió divulgar su obra burlando los prejuicios existentes en contra de las mujeres en general y de las escritoras en particular.
Lejárraga y Martínez Sierra se casaron el 30 de noviembre de 1900. En el año 1906, Martínez Sierra se enamora de la actriz Catalina Bárcena, teniendo una relación con ella a pesar de su matrimonio. Martínez Sierra, gracias al reconocimiento conseguido de manera poco ética, se convirtió en uno de los nombres principales del teatro español del momento, creando incluso su propia compañía de teatro. El matrimonio también ayudó a jóvenes autores a estrenar sus obras, como fue el caso de Federico García Lorca que, gracias a ellos dos pudo estrenar "El maleficio de las mariposas" en 1920, en el Teatro Eslava, ubicado en la actual discoteca Joy Eslava.
En 1922, el juego a dos bandas de Gregorio se viene abajo cuando Catalina Bárcena se queda embarazada, siendo el punto y final del matrimonio entre Lejárraga y Martínez Sierra, aunque María siguió escribiendo para él. También escribió para otros autores, ya que se la considera la autora, por ejemplo, de "El pavo real", obra oficialmente atribuida a Eduardo Marquina.
En 1933, Lejárraga, afiliada al Partido Socialista, es elegida diputada al Congreso de la República por Granada y también Vicepresidenta de la Comisión de Instrucción Pública. Perteneció al Comité de mujeres contra la guerra y el fascismo, y precisamente la guerra y el fascismo hicieron que terminara exiliándose. En noviembre de 1936 es enviada a Berna como agregada comercial para Italia y Suiza. En otoño de 1937 se hace cargo de una colonia de niños evacuados de España y, al finalizar la Guerra Civil, se va a Francia, dónde vivirá en la clandestinidad durante la ocupación nazi. En septiembre de 1950 se marcha a Nueva York, residirá después en México y, finalmente, en Buenos Aires, ciudad en la que emprendió nuevos proyectos literarios y periodísticos, y en la que moriría en 1974.
María Lejárraga y Gregorio Martínez Sierra
Gregorio Martínez Sierra dejó un escrito firmado que decía: "Declaro para todos los efectos legales, que todas mis obras están escritas en colaboración con mi mujer, Doña María de la O Lejárraga y García, y para que conste firmo ésta en Madrid a 14 de noviembre de 1930". A pesar de este reconocimiento de "coautoría" por parte de Martínez Sierra, a María Lejárraga le costó mucho hacerse con los derechos de sus obras. Eso sí, hoy en día, por fin tiene el reconocimiento que tanto mereció entonces, ya que nadie duda de quién poseía el talento en ese matrimonio.

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