España también vivió su Revolución de Octubre, pero a diferencia de la rusa, no ocurrió en 1917, sino en 1934, teniendo como principal foco la zona de Asturias. Allí, una joven de 19 años llamada Aída Lafuente, también conocida con el sobrenombre de "la rosa roja de Asturias", fue capaz de tener en jaque a las tropas del ejército durante varias horas, acompañada, casi exclusivamente, por una ametralladora.
La Revolución de Octubre de 1934 se produjo entre los días 5 y 19, prosperando en zonas como Cataluña y, sobre todo, Asturias, pero sin éxito en otras zonas importantes, como Aragón o Andalucía. Fue un movimiento huelguístico-revolucionario contra el gobierno cuasi fascista del CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), y estuvo respaldado por PSOE, UGT, CNT, FAI y PCE, es decir, socialistas, anarquistas y comunistas. Se impuso la labor de sofocar esta revolución a un, entonces, joven militar llamado Francisco Franco, quién obtuvo finalmente la victoria en una lucha extremadamente desigual.
La joven Aída Lafuente colaboró desde el principio con esta revolución, en un primer momento como enfermera, hasta que finalmente se incorporó a la lucha activa. Aída había nacido el 25 de febrero de 1915 en León, pero siendo pequeña se trasladó con su familia a Asturias. Era hija de Gustavo Lafuente, pintor de carteles y decorados del Teatro Campoamor de Oviedo, y de Jesusa Penaos. Su familia era comunista, Gustavo Lafuente fue el fundador del Partido Comunista en Oviedo y Aída enseguida colaboró en el movimiento juvenil del Partido, recaudando fondos para los presos políticos y pegando carteles.
El 13 de octubre de 1934, Aída era el enlace entre el comité revolucionario de Oviedo y los grupos que controlaban el oeste de la ciudad. Decidió parapetarse en una ametralladora que había cerca de la iglesia de San Pedro de los Arcos y enfrentarse a la 21ª Compañía, comandada por el teniente coronel Juan Yagüe. Logró detener a las tropas durante varias horas, hasta que Yagüe dio orden de avanzar y la rodearon por varios puntos. Dicen que antes de ejecutarla, algún miembro del ejército le preguntó: "Niña, ¿tú cómo te llamas?"; a lo que ella contestó: "¡Comunista Libertaria!". Fue enterrada en una fosa común junto a la tapia de la iglesia, muriendo así la mujer y naciendo la leyenda.
Durante la Guerra Civil, Aída se convirtió en un símbolo, por ejemplo, el Batallón Asturias Nº1 llevaba su nombre y, en el segundo aniversario de la revolución, se la recordaba de esta manera en el diario "La Prensa":
"Los que dieron su sangre. Aída Lafuente "La Libertaria". No podía faltar en estas horas de destacar las figuras de la Revolución de Octubre, la ingente e inolvidable de Aída Lafuente, "La Libertaria", que en aquellos instantes en que la furia militaroide se adueñaba del que había sido escenario de aquella gesta heroica del proletariado de Asturias, siguió defendiéndose con verdadero heroísmo hasta que la metralla del Tercio y las hordas africanas, traídas también en aquella ocasión contra nosotros, segó para siempre su vida. En el trascurso del tiempo la figura de Aída Lafuente se engrandece y llega a constituir un símbolo, además de un ejemplo para la mujer española, que ahora, a la vuelta de unos años, sigue las huellas de la inolvidable "Libertaria", batiéndose con el mismo heroísmo que fue su característica en todos los frentes donde se combate contra la reacción y el fascismo. Lo mismo en España que en el resto del mundo, donde se supo del heroísmo de Aída Lafuente, se tuvieron las más encendidas palabras de elogio y admiración para ella y su nombre corrió por todos los ámbitos como algo maravilloso y sublime que hablaba muy alto de la participación de la mujer en la lucha del proletariado contra la tiranía de los que han pretendido siempre mantener sus privilegios por la fuerza. Al dejar bosquejada aquí, tan pálidamente, la ingente figura de Aída Lafuente, sólo nos resta ahora deshojar, sobre su tumba, la flor de la esperanza de una España mejor, en la que la Libertad, por la que ella dio su vida, sea el punto de partida para la España con que soñamos los proletarios españoles".
El 16 de febrero de 1937, Moreno Mateo, representante del Partido Socialista asturiano, hablaba así de Aída en el Teatro Dindorra de Gijón: "Es unas de las dignas heroínas que dio siempre a la historia el pueblo español y es un símbolo del heroísmo femenino astur". Así se demuestra que Aída Lafuente se convirtió en una leyenda, no sólo en las filas del Partido Comunista.
Durante la Transición, su figura también es reivindicada, como un símbolo de la revolución juvenil. Escritores y artistas de la talla de Rafael Alberti o Víctor Manuel, hicieron canciones en su honor. Desde 1995, el paseo principal del parque de San Pedro de los Arcos lleva su nombre y hay erigida una estatua en el mismo sitio donde murió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario