Entre 1940 y 1944, París sufrió la mayor ocupación de su historia por parte de las tropas nazis. Ya en 1938, cuando dicha ocupación se intuía, los responsables de la Dirección de los Museos Nacionales Franceses diseñaron planes para poner a salvo sus principales obras de arte de mano de los nazis, ya que se temían saqueos y bombardeos.
Jaques Jaujard, director de Museos Nacionales Franceses, ordenó el traslado de varias obras de arte del Louvre, entre las que se encontraban "La balsa de la Medusa", "La Gioconda" o "La Venus de Milo". Se puso mucho cuidado en esta labor para que las obras no se dañaran y, en ocasiones, tuvieron que usar verdaderas obras de ingeniería para trasladar, en este caso, las esculturas a los camiones que las esperaban para su mudanza, siendo "La Victoria de Samotracia" la obra que más costó sacar del Louvre. Entre finales de agosto de 1939 y mediados de diciembre del mismo año, 37 convoyes se llevaron del Louvre 3.690 obras de arte, trasladándolas a lugares alejados de las ciudades y de las líneas de tren.
Pero, sin duda, la pieza que más se mimó y cuidó fue "La Gioconda", y también fue la que más traslados sufrió. Durante la noche del 28 de agosto de 1939 abandona el Louvre empaquetada, montada encima de la camilla de una ambulancia y alojada en la parte trasera de un camión. La caja del camión iba sellada, para que la atmósfera no pudiera dañar la pintura e iba acompañada por una persona con el fin de vigilarla y evitar que sufriera algún daño. Al viajar en una atmósfera tan cerrada, su vigilante llegó al destino en un estado de semiinconsciencia. Primero se trasladó el cuadro al castillo de Chambord en el Loira, después al convento de Loc-Dieu en Louvigny, de allí pasó al museo de Montauband y finalmente terminó en el castillo Montal en Lot. En este periplo, el cuadro siempre estuvo acompañado por personal especializado, que incluso dormía en la misma habitación que la pintura.
El Louvre reabrió sus puertas al público el 1 de octubre de 1940, con un París ya ocupado. Sólo se podía visitar la planta baja y faltaban sus grandes obras maestras, aunque algunas, como "La Venus de MIlo", fueron sustituidas por réplicas de yeso. Como curiosidad, los ciudadanos alemanes tenían el acceso gratis, mientras que los franceses tenían que pagar.
Los nazis tuvieron un intento de acercamiento diplomático al museo, ya que defendían el principio de que había que devolver las obras de arte a sus países de origen, así que reclamaron varias obras valiosas del Louvre, como la decoración del altar de Busel. La respuesta francesa fue pedir ocho obras de Watteaus a cambio, que pertenecían a exposiciones públicas de Berlín y Dresde. Finalmente no se llegó a ningún acuerdo y la diplomacia nazi terminó en una vía muerta. Supongo que entendían que eran los demás los que tenían que devolver las obras de arte a sus países de origen.
Aunque es cierto que, durante su paso por Francia, los nazis respetaron las colecciones de arte públicas, pero no así las privadas. Había una división encargada de confiscar piezas de arte de colecciones privadas judías. Dichas piezas se empezaron a llevar a la embajada alemana en París pero, al faltarles espacio, empezaron a trasladar todo al Louvre y tres salas del museo fueron convertidas en oficinas del ejército alemán. Las obras de arte más valiosas se llevaron a Alemania, mientras que muchas otras fueron vendidas en el mercado internacional o quemadas en los jardines de Tullerías.
Al finalizar la guerra, el Louvre se fue abriendo de manera gradual entre los años 1945 y 1947, con sus principales obras maestras ocupando sus lugares habituales. En cuanto a las obras de arte robadas que aún permanecían en el museo, muchas fueron devueltas a sus legítimos propietarios o a sus familiares. El gobierno francés custodió las obras que no fueron reclamadas, guardándolas en el museo en espera de la aparición de sus dueños. Hoy en día, aún hay obras de arte esperando en el Louvre a ser reclamadas.
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