Cuando vemos a Indiana Jones luchando con los nazis porque van en busca de las mismas reliquias, sabemos que es ficción, pero tampoco es algo tan alejado de la realidad, ya que hubo una persona dentro de la jerarquía nazi, sobradamente interesada por el ocultismo y las reliquias bíblicas. No es otro que Heinrich Himmler, comandante en jefe de las SS y responsable de la ejecución de millones de personas en las décadas de los 30 y los 40.
Dentro de las SS integró una sección antropológica y arqueológica llamada Ahnenerbe, secta paracientífica que se encargó de recorrer el mundo buscando el origen del pueblo ario, las pruebas de su superioridad racial y objetos de poder que le permitieran dominar el planeta. La Ahnenerbe estaba liderada por Himmler y dirigida por Wolfram von Sievers, y tenía en el castillo de Wewelsburg (Westfalia) su cuartel general, dónde eran almacenadas las reliquias religiosas recogidas por el mundo.
Himmler tenía una teoría sobre el origen de arios y judíos. Para él, los judíos descendían de Esaú y los arios de su hermano gemelo Jacob, por lo que Jesucristo era ario y las reliquias que tuvieran que ver con su figura cobraron una gran importancia para él, especialmente el Santo Grial, es decir, la copa que usó Jesús durante la última cena.
Por otro lado, años antes, Richard Wagner, el compositor más aclamado por el régimen nazi, adaptó una obra medieval en forma de ópera a la que bautizó como "Parsifal". En ella, se afirmaba que la sagrada copa se encontraba Montsalvat, lo que empezó a alimentar las especulaciones y la imaginación de muchas personas. Por ejemplo, Otto Rahn, pseudocientífico esotérico alemán, identificó Montsalvat con Montsegur (Francia), yendo allí a buscar el cáliz y fracasando en el intento.
Ante el fracaso de Rahn, Himmler asoció Montsalvat con Montserrat, así que, el 23 de octubre de 1940, mientras Hitler se reunía con Franco en Hendaya, Himmler aprovechó para visitar el templo. Ninguno de los superiores de Montserrat quiso recibir a Himmler, así que se le encargó esa tarea a un joven sacerdote llamado Andreu Ripol, que además era el único que dominaba la lengua germana. Este recibimiento ya le pareció una afrenta a Himmler, pero se tuvo que llevar más decepciones en su visita a Montserrat, ya que no se le permitió visitar los pasadizos subterráneos de la montaña, como tampoco se le permitió ver los documentos del monasterio para evidenciar así la existencia del Grial en Montserrat. Así que el alemán se fue de vacío, lo que le causó gran decepción, ya que Himmler estaba obsesionado con el Santo Grial, por considerarlo un talismán que le iba a hacer ganar la guerra y que le iba a dar poderes sobrenaturales.
Pero esta no fue la única empresa de Ahnenerbe en España, ya que fueron hasta Toledo buscando el Arca de la Alianza, es decir, el arca dónde se guardaron las tablas de la ley que contenían los 10 mandamientos que Dios dictó a Moisés. Para ello, las SS buscó la colaboración de un cabalista judío, ya que consideraban que necesitaban a alguien capaz de comprender lo divino en los números y en las letras. A dicho cabalista lo encontraron en el campo de exterminio de Auschwitz y como, evidentemente, no quería volver al campo se calló un pequeño detalle: tras la muerte de Jesús en la cruz, el pacto entre Dios e Israel se rompió, por lo que el Arca de la Alianza carecía de todo valor.
El cabalista dirigió a la Ahnenerbe hasta la comunidad judía de Toledo, dónde encontraron alguna pista que los llevó hasta el Museo Arqueológico de Madrid, esperando encontrar el Arca entre una colección de objetos egipcios, supuestamento almacenados por una logia masónica.
Si tenemos que creer en las tradiciones, afortunadamente Himmler y la Ahnenerbe no encontraron las codiciadas reliquias, porque no sabemos lo que podrían haber llegado a hacer si hubieran ganado la guerra y tuvieran poderes sobrenaturales.
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