domingo, 8 de noviembre de 2015

El hombre de las dos caras

Edward Mordrake nació en el seno de una familia noble inglesa, ya que era el hijo de la Condesa de Darlington, en un año indeterminado de la segunda mitad del siglo XIX, pero con una rara deformidad, denominada diprosopia.
Una persona con diprosopia nace con dos caras, o bien con varios rasgos faciales duplicados, por un exceso de la proteína que determina la formación facial del feto durante la gestación. Así que Edward Mordrake nació con otra cara en su nuca, que según cuentan no comía ni bebía, pero sí que tenía la capacidad de reír y llorar.
La verdad es que no hay una documentación médica sobre este caso ni ningún otro tipo de documento escrito, así que la historia ha llegado a nuestros días a través de la tradición oral, por lo que, durante mucho tiempo, se tomó como una leyenda urbana. Actualmente se sabe que la historia es cierta pero también se asume que esa tradición oral ha deformado la historia real, introduciendo en ocasiones elementos demasiado fantásticos, por lo que no se sabe a ciencia cierta qué hay de verdad y qué hay de mito en toda esta historia.
Edward Mordrake era un chico muy estudioso, de grandes conocimientos y un buen violinista, pero vivió toda su vida sumido en una profunda depresión, lo que le llevó a aislarse voluntariamente del contacto con las demás personas, incluso evitó a su propia familia. Él decía que cada noche oía los susurros de su segunda cabeza y eso para él era algo insoportable. Dicha voz era inaudible para el resto de la gente, lo que sí comentaban sus allegados es que habían visto reír y burlarse a la segunda cabeza cuando Mordrake lloraba. Sea como fuere, la existencia de Mordrake era un verdadero tormento y pidió encarecidamente a los médicos que le extirparan esa cabeza pero ninguno se atrevió, ya que era una operación demasiado arriesgada en esa época y no se garantizaba la superviviencia del paciente. Finalmente Mordrake se suicidó a los 23 años, algunas fuentes dicen que tomando veneno, otras dicen que se disparó y otras fuentes indican que se arrojó al vacío desde un balcón. Dejó una nota agradeciéndoles a sus familiares el cariño que le habían dado a lo largo de su vida, en la que también incluía un par de peticiones: que se le extirpase la cara antes de su entierro y que se le enterrasen sin lápida, para no dejar constancia de su tumba.
Otro caso parecido es el de Pascual Piñón, un mexicano que emigró a Texas y que en 1917 empezó a trabajar en las típicas ferias de monstruos que eran tan populares en aquella época. Piñón tenía otra cara encima de su frente, si bien hay cierta controversia con este caso, ya que algunas personas aseguran que lo que realmente tenía era un tumor y que, a partir del tumor, se hizo una cara con cera para ganar dinero en el circo. El caso es que tras dos años trabajando como fenómeno ambulante, finalmente se operó y se retiró a vivir a su rancho texano.
Chang Tzu Ping
Un caso más actual es el de Chang Tzu Ping, un hombre chino que no nació con una segunda cara entera, pero sí con una segunda boca y algo de cuero cabelludo. Fue operado hace pocos años en Estados Unidos y ahora lleva una vida normal.
Aunque dicen que es bueno tener ojos en la nuca, seguramente Edward Mordrake os diría que no, que os conforméis con los dos que tenéis.

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